En México, se estima que para el año 2030 la automatización afectará entre 1 y 7 millones de trabajadores

La brecha educativa y la fuerza laboral están divorciadas y no es un asunto exclusivo de la región latinoamericana. Por el contrario, es un flagelo que se ve en todo el continente.

¿Cuántas veces hemos criticado al actual sistema educativo porque está formando seres humanos con pocas capacidades, habilidades y competencias para el mundo competitivo de hoy en día? En México el asunto cobra especial relevancia por el estado actual del sector educativo, y claro, por ser vecinos de la todavía primera potencia económica del mundo, Estados Unidos.

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Lo cierto es que el sistema educativo y de desarrollo de habilidades actual no solo en México, sino a nivel internacional, no es accesible ni alcanzable para muchas personas; aunado a ello, empero, no está produciendo las habilidades necesarias para satisfacer las demandas de un mercado cada vez más competitivo. Un ejemplo de esto es la alta demanda de ingenieros y poca oferta en las regiones donde se ha ido instalando la industria automotriz a lo largo y ancho del país durante las últimas décadas: norte -los estados fronterizos, sobre todo Nuevo León, Chihuahua y Coahuila-, bajío -Aguascalientes, Guanajuato y San Luis Potosí- y centro del país -Estado de México y Puebla-.

De esta manera, los empleadores del sector automotriz, entre otros muchos, enfrentan desafíos para cubrir los puestos laborales y el impacto en la competitividad económica es considerable. Por ello, han llegado a hacer convenios con gobiernos y universidades estatales. Aunado a ello, además de la demanda técnica, la ingeniería, está el reto del idioma, el inglés.

Para tratar de subsanar la demanda -y para no traer gente de otras latitudes- la formación dual alemana es una capacitación técnica específica para la industria automotriz que se hace después de la secundaria, con jóvenes a partir de los 15 años. Se llama dual porque, a lo largo de la capacitación, existe la alternancia entre la academia y la empresa, la organización y la academia. Los adolescentes empiezan alrededor de los 15 años su carrera y a los 18 terminan y salen con la certificación mexicana del Consejo Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep), de la Secretaría de Educación Pública (SEP), además de la certificación del Gremio Alemán de Matriceros.

La adopción de la tecnología mediante un sistema de gestión de aprendizaje ayuda a los estudiantes a aprender de forma flexible y personalizable. Además, los alumnos pueden ver y completar actividades de sus cursos directamente desde sus dispositivos móviles.

Muchos estudiantes, todavía tienen el objetivo de obtener un título de educación superior, porque se les ha vendido la idea -a través de sus propios padres, o bien de la tradición social de que es importante tener una carrera-, de que ello significa contar con las herramientas necesarias para prosperar en el mercado laboral, pero los actuales niveles de desempleo, en México y el mundo, exhiben por desgracia que esto no es cierto.

Sin embargo, un estudio de McKinsey & Company de 2013, realizado en nueve países sobre la juventud, los proveedores de educación y los empleadores, demostró que, mientras que 72 % de las instituciones de educación superior considera que prepara bien a sus alumnos para la fuerza laboral, la mitad de los estudiantes no está segura de si su preparación académica mejorará su oportunidad de encontrar empleo.

Esta desconexión también se observa en el sector privado, donde solo 11% de los líderes comerciales está “completamente de acuerdo” en que los estudiantes tienen las habilidades fundamentales para el mercado laboral, en comparación con 96% de los directores académicos que cree que sus instituciones fueron eficaces en brindar a los estudiantes las habilidades necesarias. Para garantizar una formación universitaria que responda a las necesidades del mundo laboral los estudiantes deben apropiarse de su experiencia de aprendizaje al desarrollar habilidades de presentación, resolución de problemas y pensamiento crítico. Un sistema de gestión de aprendizaje permite a los estudiantes recibir retroalimentación oportuna de los docentes y progresar a su propio ritmo.

Otro asunto que pone el dedo en la llaga es el costo de una carrera profesional. En la Unión Americana, la matrícula promedio se ha cuadruplicado en los últimos 35 años, lo que ha aumentado la brecha entre quienes pueden acceder a la formación profesional y quiénes no. Solo para dar un dato: las universidades públicas de Estados Unidos tenían una matrícula estatal promedio de 9.650 dólares al año en 2016, pero ésta se eleva a más de 20 mil dólares al sumar los costos de residencia y comida.

Por supuesto, este aumento no es exclusivo de nuestro país vecino del norte, por el contrario, es un asunto que se percibe a lo largo y ancho de América Latina; sin embargo, en algunos países como el nuestro, existe una oferta de educación superior gratuita, aunque cada vez es más difícil acceder a ella por el alto número de solicitantes.

En suma, y mucho ojo con esto, a medida que se incrementan los cargos de la matrícula y la deuda estudiantil, los alumnos que quieren aprender y asistir a la universidad, o a un colegio universitario, no están viendo un aumento proporcional a la utilidad de sus habilidades para prosperar en la vida. Es muy importante entender cuáles son precisamente las necesidades de las empresas para que los jóvenes puedan formarse de acuerdo con ellas.

La triste realidad es que las ganancias promedio de una persona que tiene una licenciatura cayeron alrededor de 14.7% entre 2000 y 2012. Esta incongruencia por la obtención de un título debería hacer que muchas instituciones de educación superior reevalúen su propuesta de valor y su forma de trabajar, pero éstas luchan mucho para garantizar la cobertura de los costos operativos y la calidad de la enseñanza.

En suma, como conclusión, podemos afirmar que hoy en día la brecha educativa y la fuerza laboral en los países de América Latina está divorciada. Eso es muy grave porque en los años por venir la gran oleada de la automatización –que aborda estupendamente Andrés Oppenheimer en su más reciente libro ¡Sálvese quien pueda!– afectará a muchas plazas de trabajo por falta de capacitación, de ahí la importancia que desde el área educativa hasta la formación dentro de las empresas requieran de esta visión para atender las necesidades del mercado derivado de la Cuarta Revolución Industrial.


En los próximos años, los desafíos de las habilidades presentados por distintos estudios parecen graves si no se toman medidas:

  • En el caso de México, se estima que para el año 2030 la automatización afectará entre 1 y 7 millones de trabajadores.
  • 44 % de los europeos de entre 16 y 74 años no tienen habilidades digitales básicas.
  • Para el año 2020, más de un tercio de los conjuntos de habilidades básicas deseados estarán compuestos de habilidades que aún no se consideran fundamentales.
  • 65 % de los niños que empezarán su educación inicial en 2020 tendrán trabajos que actualmente no existen.
  • Debido a la rápida producción de información, casi 50 % del conocimiento temático que se estudia en el primer año de una carrera técnica de cuatro años será obsoleto para cuando la persona se gradúe.
  • 65 % de todos los trabajos exigirá capacitación posterior a la educación secundaria o un título de educación superior.

 

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