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La tecnología permite llevar la educación al Brasil más remoto y olvidado

Imagen: REUTERS/Nacho Doce

Un cartel que celebra la figura del profesor en el aislado municipio de Autazes es una muestra de la relevancia que la formación tiene en esta olvidada localidad amazónica que alberga una de las escuelas pioneras de un proyecto que usa la tecnología para llevar educación al Brasil más remoto.

Para llegar a Autazes desde Manaos, capital del estado de Amazonas (norte), es necesario cruzar dos ríos, incluyendo el Amazonas, y recorrer 100 kilómetros de camino de tierra, aunque, como dijo en una videoconferencia con periodistas el ministro de Educación, Rossieli Soares, esta localidad «es de las de fácil acceso, ya que hay otras para las que se necesitan dos o tres días de viaje».

Es precisamente la orografía amazónica la que inspiró en 2007 el proyecto del Centro Nacional de Medios (CNM), que, con uso de últimas tecnologías, transmite clases diarias en vivo a través de un satélite y de una televisión que permite la interactividad entre las escuelas de todo el país ligadas al proyecto.

Uno de estos colegios es el Raymundo Sá, ubicado en Autazes y que, como el resto de instituciones educativas vinculadas al proyecto, fueron equipadas con antenas, monitores y ordenadores, para la implementación de la estrategia educativa tecnológica.

«Es una experiencia que nació en el Amazonas para enfrentar el problema geográfico de la zona, y la cuestión ahora es aprovechar la experiencia y la tecnología que hay en Manaos» para expandir este proyecto por todo Brasil, afirmó Soares.

Como resultado inicial, 10.000 estudiantes de la primera, segunda y tercera serie de enseñanza media de 42 municipios de Amazonas pudieron continuar sus estudios en 2007.

Esta experiencia se extendió por todo el país, y hoy 150 escuelas de 17 estados brasileños se conectan a estas aulas televisadas que se retransmiten desde el plató de Manaos, donde profesores seleccionados y especialmente formados interactúan con miles de estudiantes de secundaria.

El proyecto es del Ministerio de Educación y desde julio cuenta con la colaboración de la Fundación Roberto Marinho, entidad privada que se encarga de la formación de los profesores y de la concepción y elaboración de los planes de clase y los guiones de televisión.

Sus promotores tienen la expectativa de seguir aumentando sus áreas de implementación en los próximos años.

Para 2019, el objetivo es expandirse a otras 350 escuelas públicas, instalar un nuevo estudio del CNM en Brasilia y conseguir la adhesión de todas las Secretarias de Educación para poder conectar a un total de 500 escuelas.

«La motivación es otra», explicó a Efe la directora de apoyo a las redes de educación básica del Ministerio de Educación, Renilda Peres, al referirse a las ganas con las que los alumnos acuden a las clases que adoptan esta propuesta, que «nació con el objetivo de garantizar la escolaridad básica», apuntó Peres.

Otras metas fundamentales del CNM son, según Peres, «disminuir barreras geográficas, económicas y culturales, diseminar el conocimiento y fomentar el aprendizaje interactivo», por el que un profesor en Manaos puede enseñar a un alumno de Bahía (nordeste), que a su vez puede estar conectado con uno de Río (sudeste).

«Es una política que aproxima las culturas, mira a todo Brasil y dialoga con él, crea conocimientos para estudiantes del país entero, es una producción colectiva para promover la educación de calidad», manifestó con entusiasmo la gerente general de educación de la Fundación Roberto Marinho, Vilma Guimaraes.

Soares subrayó también la importancia que tiene en este proyecto la figura del docente que actúa como mediador y apuntó que «la tecnología es una herramienta necesaria, un complemento que es imposible que sustituya al profesor».

Este tipo de proyectos alienta a los alumnos, les incita a ir a clase y aumenta su interés por su formación, algunos de ellos -de zonas inhóspitas, de difícil acceso, donde la educación no es una prioridad- piensan incluso en la universidad, algo poco común entre los jóvenes y niños de estas áreas.

Uno de ellos, Josian Cunha da Souza, estudiante de la escuela Raymundo Sá de 16 años, contó a Efe que gracias a la iniciativa «tienen acceso a nuevos contenidos sobre los que no había oído hablar en su vida, términos innovadores y tecnológicos», lo que junto al carácter interactivo de las aulas, motiva y «ayuda» a los que «no les gusta estudiar», añadió.

«El hecho de que no viajemos, no salgamos mucho, genera prejuicios en algunos», por eso estas clases son muy positivas ya que, «tenemos la posibilidad de expandir nuestros conocimientos, interactuar con todo Brasil y conocer otras culturas», dijo.

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