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Un cambio educativo radical para lograr los objetivos mundiales de desarrollo

En el nuevo Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (GEM) de la UNESCO se pone de manifiesto el potencial que tiene la educación para impulsar el avance hacia la totalidad de los objetivos mundiales que se formulan en la nueva Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

En el Informe se muestra también que se necesita una transformación profunda de la educación para realizar ese potencial y dar respuesta a los desafíos a los que se enfrentan en la actualidad la humanidad y el planeta.

Es urgente que la educación avance más decididamente. De mantenerse la tendencia actual, la educación primaria universal en el mundo se conseguirá en 2042, el acceso universal al primer ciclo de la educación secundaria se alcanzará en 2059 y, al segundo ciclo de la educación secundaria, en 2084. Esto significa que habría medio siglo de retraso con respecto al plazo de 2030 fijado para los ODS.

En el Informe, La educación al servicio de los pueblos y el planeta, se evidencia la necesidad de reforzar la atención que se presta en los sistemas educativos a los problemas ambientales. A pesar de que en la mayoría de los países la educación es el mejor indicador de la sensibilización pública en relación con el cambio climático, este problema no se menciona de forma explícita en los contenidos de los planes de estudios de la mitad de los países del mundo. En los países de la OCDE, casi el  40% de los alumnos de 15 años apenas tienen conocimientos elementales sobre cuestiones ambientales.

“Es necesario un cambio radical de la manera en que concebimos la función que desempeña la educación en el desarrollo mundial, debido al efecto catalizador que tiene en el bienestar de las personas y el futuro de nuestro planeta”, afirma la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova. “Ahora más que nunca, la educación tiene la responsabilidad de estar a la altura de los desafíos y las aspiraciones del siglo XXI y fomentar las competencias y los valores adecuados para avanzar hacia el desarrollo sostenible e inclusivo y la convivencia pacífica”.

Los sistemas educativos deben velar por la protección de las culturas minoritarias y sus respectivos idiomas, que contienen información esencial sobre el funcionamiento de los ecosistemas. Pero en el Informe se pone de manifiesto que el 40% de la población mundial recibe la enseñanza en un idioma que no entiende.

Los sistemas educativos deben garantizar que se dote a los alumnos de unas competencias y unos conocimientos que posibiliten la transición hacia unas industrias más respetuosas con el medio ambiente y encontrar nuevas soluciones para los problemas ambientales. Para ello también es necesario que la educación continúe más allá de la escuela, en las comunidades y los lugares de trabajo durante la edad adulta. Sin embargo, dos de cada tres adultos carecen de alfabetización financiera y solo el 6% de los adultos de los países más pobres asiste a programas de alfabetización.

“Si queremos tener un planeta más verde y un futuro sostenible para todos, debemos exigir que nuestros sistemas educativos sean algo más que una mera transferencia de conocimientos. Nuestras escuelas y nuestros programas de aprendizaje a lo largo de toda la vida han de centrarse en perspectivas económicas, ambientales y sociales que ayuden a formar ciudadanos empoderados, críticos, conscientes y competentes”, señala Aaron Benavot, Director del Informe GEM.

También es urgente que en los sistemas educativos se impartan competencias de nivel superior, acordes a la demandas de las economías en crecimiento, en las que las competencias necesarias para los trabajos cambian con rapidez y muchas se automatizan. Si se mantiene el ritmo actual, en 2020 habrá un déficit de 45 millones de trabajadores con estudios superiores con respecto a la demanda. El Informe revela que este cambio resulta fundamental: de conseguirse el acceso universal al segundo ciclo de la educación secundaria en 2030 en los países de ingresos bajos, en 2050 se habrá logrado sacar de la pobreza a 60 millones de personas.

Las desigualdades en la educación, combinadas con disparidades de carácter más general, aumentan los riesgos de que se generen violencia y conflictos. En 22 países del África Subsahariana, la probabilidad de que se produjera un conflicto en un plazo de 21 años en las regiones en las que los niveles medios de educación eran muy bajos era del 50%. En el Informe se insta a los gobiernos a que empiecen a tomarse en serio las desigualdades en la educación y hagan un seguimiento al respecto, recopilando información directamente de las familias.

Trabajo colaborativo por la educación

En el Informe se hace hincapié en que la nueva agenda para el desarrollo mundial exige que los ministros de educación y otros agentes de la educación trabajen de forma conjunta con otros sectores. Se enumeran varios beneficios que podrían derivarse de esta forma de trabajar, por ejemplo:

  • las intervenciones en el ámbito de la salud se podrían llevar a cabo por medio de las escuelas: según una estimación, la administración de tratamientos como las cápsulas de micronutrientes a través de las escuelas cuesta una décima parte de lo que cuesta utilizando unidades sanitarias móviles;
  • las escuelas de campo podrían ayudar a incrementar un 12% el rendimiento de los cultivos, lo que se traduciría en un aumento sostenible de la producción alimentaria;
  • la educación de las madres hasta el primer ciclo de la educación secundaria para 2030 en el África Subsahariana podría prevenir 3,5 millones de muertes infantiles entre 2050 y 2060.
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