Las tecnologías inmersivas, como la realidad virtual (VR) y la realidad aumentada (AR), tienen el potencial de hacer que el aprendizaje sea más inclusivo y accesible. Sin embargo, su implementación enfrenta varios retos. Uno de ellos es la brecha tecnológica, ya que no todas las instituciones cuentan con los recursos para adoptar estas herramientas, lo que puede aumentar la desigualdad en el acceso a experiencias de aprendizaje innovadoras. Además, la capacitación docente es fundamental para garantizar que estas tecnologías sean utilizadas de manera efectiva y no solo como un recurso atractivo pero sin impacto real en el aprendizaje. También surge el desafío de diseñar experiencias inmersivas que sean verdaderamente inclusivas, adaptándose a estudiantes con diversas discapacidades y estilos de aprendizaje. Finalmente, es crucial abordar la accesibilidad desde una perspectiva ética y sostenible, asegurando que las tecnologías inmersivas realmente potencien la equidad en la educación y no generen nuevas barreras.