¿Tu universidad siente la presión de adaptarse a una realidad que cambia más rápido que sus planes de estudio? ¿Se enfrentan al desafío de atraer nuevos perfiles de estudiantes que ya no encajan en el modelo tradicional? ¿Sabes que hay que transformarse… pero no tienes del todo claro por dónde empezar?
No es solo una intuición. Hay una razón de fondo: La educación superior está en el centro de un compromiso global urgente. Las Naciones Unidas lo expresaron con claridad en su Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida, para todos.”
Y esa última parte —aprendizaje durante toda la vida, para todos— cambia por completo el rol que deben asumir hoy las universidades. Ya no alcanza con ofrecer títulos en etapas específicas. Hoy, formar implica abrir la educación más allá del aula, más allá del estudiante tradicional, más allá de los moldes de siempre. Implica rediseñar experiencias, formatos, calendarios y trayectorias… para que aprender sea posible a cualquier edad y en cualquier momento de la vida.
¿Qué significa esto en la práctica?
Si tu universidad quiere estar alineada con el compromiso de garantizar oportunidades de aprendizaje durante toda la vida, no basta con ofrecer carreras de grado tradicionales. Necesita convertirse en un ecosistema flexible, actualizado y abierto a todas las etapas de la vida. Esto se traduce en acciones concretas como:
- Ofrecer microcredenciales y certificaciones cortas alineadas con las habilidades que hoy demanda el mercado.
- Diseñar programas asincrónicos y flexibles, pensados para personas que estudian mientras trabajan o cuidan.
- Actualizar contenidos de forma continua, incorporando desafíos reales, herramientas actuales y participación activa del sector productivo.
- Crear rutas formativas modulares, que permitan avanzar por etapas, sin obligar al estudiante a comprometerse desde el inicio con una carrera completa.
- Incluir la formación continua como parte del ADN institucional, no solo para estudiantes, también para egresados, personal administrativo y docentes.
- Medir el impacto real de la formación: empleabilidad, actualización profesional, permanencia y satisfacción de estudiantes no tradicionales.
Se trata de rediseñar el modelo con visión de futuro y compromiso con todas las trayectorias posibles.
¿Cómo empezar?
El primer paso es revisar con honestidad la oferta actual y detectar brechas, oportunidades de mejora y acciones concretas para avanzar hacia el compromiso global de garantizar aprendizaje durante toda la vida.
Para ayudarte en ese camino, desde Lifelong Learning Foundation creamos una certificación completa, gratuita y estratégica:
>>Completar una encuesta de autodiagnóstico.
Este instrumento te permite:
- Identificar en qué nivel está tu universidad respecto al aprendizaje a lo largo de la vida
- Detectar acciones concretas para avanzar
- Obtener una clasificación inicial: Bronce, Plata u Oro Esta iniciativa fue diseñada sin costo, con un propósito claro: Promover, visibilizar y reconocer a las universidades que ya están liderando el cambio.
Es momento de actuar
Si lideras una universidad, esta es una invitación directa: Completa la encuesta de autodiagnóstico. (Sugerimos que la responda la persona encargada de estrategia académica, innovación o aprendizaje continuo). Una vez completada, nuestro equipo te contactará para revisar los resultados y contarte si tu institución califica para la certificación en nivel Bronce, Plata u Oro.