Según un nuevo informe de la OCDE, los países deberán redoblar esfuerzos para que las personas continúen aprendiendo durante toda su vida, de modo que puedan desenvolverse con eficacia en un mundo laboral envuelto en una veloz evolución y sacudido por la globalización y la pandemia de COVID-19.
En el informe Perspectivas OCDE de las competencias: Aprendizaje para la vida (OECD Skills Outlook 2021: Learning for Life) se afirma que las políticas públicas serán fundamentales para facilitar un aprendizaje permanente eficaz e incluyente, pero aún queda mucho por hacer.
Además, en el informe se destaca la relevancia de invertir parte de los recursos destinados a la recuperación en programas de aprendizaje permanente que cuenten con la participación de todos los actores clave y se centren en los grupos vulnerables, en especial los jóvenes, aquellos que no trabajan ni estudian ni están en formación (nini) y aquellos cuyos puestos de trabajo corren más riesgo de transformarse, dice el informe.
«Es esencial que el aprendizaje permanente se convierta en una realidad para todos, pues la crisis aceleró aún más la transformación de nuestra economía y los requerimientos de determinadas competencias. Actualmente, demasiados adultos no participan en capacitación en el lugar de empleo y la pandemia ha reducido sus oportunidades para poder hacerlo», dijo el Secretario General de la OCDE, Mathias Cormann, al presentar el informe en París.
«En los esfuerzos de recuperación las competencias marcarán la diferencia entre adelantarse a la curva o quedarse atrás, en un mundo en constante cambio. Los países necesitan invertir parte de sus recursos dedicados a la recuperación, en programas de aprendizaje permanente, involucrado a todas las partes interesadas y con un enfoque específico en los grupos vulnerables – incluyendo la gente joven, las mujeres y los trabajadores cuyos empleos tienen mayor riesgo de transformación.»
Incluso antes de la pandemia, únicamente dos de cada 10 adultos con bajo nivel educativo participaban en actividades de formación formal o capacitación en el trabajo, en comparación con seis de cada 10 adultos con alto nivel educativo. La participación en el aprendizaje de adultos también difiere mucho entre países: menos del 25% de los adultos de Grecia, Italia, México y Turquía dicen participar en el aprendizaje de adultos, en comparación con más del 55% de aquellos de Dinamarca, Finlandia, Noruega, Nueva Zelanda y Suecia.
Por otra parte, la pandemia también puede afectar la actitud de los niños y jóvenes hacia el aprendizaje. La interrupción de la escolarización regular provocó que muchos niños progresaran menos de lo esperado en el desarrollo de competencias. En el corto plazo, la pandemia podría ocasionar un aumento en las cifras de abandono escolar. De acuerdo con el informe, en el mediano y el largo plazos, la menor participación podría ocasionar que la generación actual de estudiantes no desarrolle actitudes de aprendizaje positivas, en momentos en el que se experimentan cambios estructurales profundos que requerirán que las personas actualicen sus competencias a lo largo de su vida.
Citando de nuevo el informe, para que un mayor número de personas pueda seguir aprendiendo y actualizando sus conocimientos, los países deberán centrarse en tres aspectos fundamentales:
- Situar a los alumnos en el centro del aprendizaje: diversificar las oportunidades de aprendizaje puede mejorar la calidad de la educación y de la formación. En lo relativo al diseño de las políticas públicas, este tendrá que ser incluyente, asequible, accesible y adaptable.
- Desarrollar competencias para toda la vida: el aprendizaje a lo largo de la vida se apoya en competencias básicas sólidas, como la lectura y las matemáticas, la disposición a aprender y el hábito de aprender. Es recomendable que las políticas aprovechen el poder de la tecnología y al mismo tiempo tomen en cuenta los efectos que esta puede ejercer sobre la desigualdad existente en materia de competencias y en la creación de otras nuevas.
- Realizar una fuerte labor de coordinación para lograr un aprendizaje incluyente y de alta calidad: es indispensable que las políticas se orienten a desarrollar una fuerte labor de coordinación, gestión del conocimiento e intercambio de información que ayude a que el aprendizaje permanente alcance el nivel necesario. Las políticas deberán aspirar a mejorar los procedimientos de reconocimiento, validación y acreditación para aumentar la visibilidad y la transferibilidad de las competencias que se enseñan en estos programas.