La rapidez con la que evoluciona el conocimiento puede dejar obsoletos la mitad de los aprendizajes adquiridos en una carrera universitaria de cuatro años. ¿Cómo pueden las universidades adaptarse a esta velocidad? Descubre las estrategias que pueden implementar para crear cursos al ritmo del cambio.
Imagina, por un momento, que un estudiante empieza hoy una carrera universitaria de cuatro años. Supongamos que se esfuerza, estudia y adquiere un vasto cúmulo de conocimientos. Ahora, visualiza la impactante realidad al concluir su trayectoria académica: descubre que la mitad de lo que aprendió carece de relevancia.
Según estudios, se espera que para el año 2025, el 50% de los conocimientos adquiridos en una carrera de cuatro años estén obsoletos.
Puede parecer una afirmación impactante, pero esta será una realidad en un futuro muy cercano.
La creación de cursos en una universidad, esa labor crucial que determina qué conocimientos se transmiten a las nuevas generaciones, con frecuencia se torna más lenta y laboriosa de lo que debería. Los engorrosos engranajes burocráticos y la falta de agilidad en las estructuras tradicionales se convierten en obstáculos que impiden ofrecer una oferta educativa acorde con los tiempos actuales.
No obstante, reflexionemos por un instante: ¿No deberían ser nuestras universidades espacios vibrantes donde el conocimiento fluya, se renueve y se adapte a la velocidad del mundo que las rodea? ¿No deberían ser espacios ágiles, capaces de responder a los desafíos de un mundo en constante transformación?
La realidad nos muestra que el cambio es vertiginoso. Las fronteras del conocimiento se expanden a un ritmo sin precedentes, y lo que hoy representa una innovación revolucionaria, mañana podría ser un conocimiento obsoleto.
En este escenario, las universidades no pueden estancarse en métodos y contenidos del pasado. No pueden limitarse a ser meras espectadoras de la revolución del conocimiento; deben convertirse en sus protagonistas.
¿Cómo mantenerse al día con esta velocidad de cambio? ¿Cómo transformar nuestras universidades en entidades ágiles que creen cursos al ritmo del conocimiento actual? ¿Cómo dejar de ser un eco del pasado para convertirse en un altavoz del presente y un creador del futuro?
La respuesta a estos interrogantes no es sencilla, pero lo que sí está claro es que el primer paso es reconocer la necesidad de cambio. Es imperativo ser conscientes de que, si no somos capaces de adaptarnos y avanzar al ritmo del mundo, corremos el riesgo de volverse irrelevantes.
A continuación, presentamos 3 estrategias fundamentales que las universidades pueden adoptar para lograr agilidad y mantener su oferta académica alineada con la velocidad del conocimiento:
1. Acelerando la creación de cursos mediante la implementación de tecnología educativa
La adopción de la tecnología educativa y la colaboración con EdTechs se ha convertido en una necesidad imperante en las universidades, en lugar de ser una mera opción. En comparación con los procesos lentos y rígidos del pasado, implementar tecnología educativa permite acelerar significativamente el proceso de creación de cursos.
La realidad es que las universidades que no se adaptan a este enfoque ágil corren el riesgo de quedarse rezagadas y de perder competitividad en un entorno educativo en constante transformación.
Los procesos tradicionales pueden ser laboriosos, implicar múltiples trámites burocráticos y consumir una cantidad considerable de recursos humanos y financieros. Esta falta de agilidad tiene un impacto directo en el retorno de la inversión (ROI) de las universidades.
Los procesos lentos y rígidos no solo limitan la capacidad de ofrecer una oferta académica actualizada y diversificada, sino que también pueden generar una brecha entre las necesidades del mercado laboral y las habilidades que los estudiantes adquieren durante sus estudios.
En contraste, adoptar tecnología educativa y colaborar con EdTechs ofrece una solución para superar estos desafíos. Al implementar plataformas de aprendizaje, sistemas basados en inteligencia artificial y análisis de datos, las universidades pueden agilizar la creación de nuevos cursos y mantener los cursos existentes actualizados y relevantes. Esto les permite responder de manera oportuna a las demandas cambiantes del mercado laboral y garantizar que los estudiantes adquieran las habilidades y conocimientos necesarios para tener éxito en su futuro profesional.
2. Renovar constantemente los cursos existentes para mantener la relevancia
La creación de nuevos cursos es solo la punta del iceberg. La renovación constante del portafolio académico es esencial para mantener la relevancia y la calidad de tu oferta educativa.
Con estos consejos, podrás asegurarte de que tus cursos se mantengan actualizados, satisfaciendo las necesidades de los estudiantes y evitando quedar obsoletos en un entorno educativo en constante evolución:
- Implementar una estructura curricular flexible, con programas modulares o basados en competencias: Al integrar cursos breves y/o micro credenciales a tus planes de estudio, no solo aportas un valor excepcional a la educación de tus estudiantes, sino que además se asegura su actualización constante frente a las tendencias emergentes y las competencias más demandadas en el mercado actual.
- Establecer un sistema de monitoreo: Mantente actualizado sobre las últimas tendencias, avances y demandas del mercado laboral y en alineación con esto, revisa los cursos existentes, introduce nuevos cursos relevantes y elimina aquellos que hayan quedado obsoletos.
- Recopilar retroalimentación de los estudiantes: Los estudiantes son una valiosa fuente de información sobre la relevancia y eficacia de tus cursos. Realiza encuestas, entrevistas o grupos de enfoque para recopilar sus opiniones y sugerencias. Considera sus comentarios al momento de realizar actualizaciones y mejoras en los cursos.
3. Fomentar una cultura sólida y comprometida con la innovación y el cambio
Fomentar una cultura sólida y comprometida con la innovación y el cambio es clave al abordar la creación ágil de cursos y mantenerse actualizados al ritmo del cambio en las universidades. Más allá de la tecnología y los procesos implementados, se trata del ADN de la institución y su cultura organizacional. Los valores, la mentalidad y las actitudes de la universidad son fundamentales para impulsar la agilidad y la adaptabilidad en la oferta educativa.
Aquí es donde se establece la base para una verdadera transformación.
Es importante considerar las siguientes acciones:
- Liderazgo comprometido: Esto implica establecer una visión clara, comunicar de manera efectiva y modelar los comportamientos ágiles a través de acciones concretas.
- Promover una mentalidad abierta al cambio: Esto implica abrirse a explorar nuevos enfoques, abandonar prácticas tradicionales que ya no funcionan y experimentar con nuevas metodologías y tecnologías.
- Flexibilidad y adaptabilidad: Las universidades deben estar dispuestas a adaptarse rápidamente a los cambios y desafíos del entorno educativo. Esto implica ser flexibles en los procesos y procedimientos, permitiendo ajustes y mejoras continuas en respuesta a las necesidades emergentes.
- Aprendizaje continuo: La cultura organizacional ágil promueve el aprendizaje continuo como parte fundamental del desarrollo de los miembros de la universidad. Se deben fomentar iniciativas de formación y desarrollo profesional que permitan adquirir nuevas habilidades y conocimientos relevantes para el entorno educativo actual.
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