Durante la pandemia de la Covid-19, motivar a los estudiantes en las clases virtuales ha sido crucial. Se conoce la importancia y el gran papel que juega la motivación en el aprendizaje y esto ha sido apoyado por muchas investigaciones.
Sin embargo, el área de la motivación del profesorado no ha recibido tanta atención. Incluso los propios profesores a veces olvidan o descuidan su importancia a la hora de ejercer su profesión.
Antes de la pandemia, llevé a cabo una investigación para mi tesis doctoral con 23 profesores de secundaria en centros públicos de España. El objetivo era entender los factores que afectaban a su motivación y desmotivación en su vida diaria como profesores.
Los resultados de esta investigación nos pueden ayudar a entender las influencias negativas que afectan a los docentes diariamente y cómo estos factores pueden haber empeorado durante la pandemia.
Las imposiciones de la situación de crisis sanitaria pueden haber engrandecido los factores que suelen hacer que los profesores pierdan la motivación y anulado algunos de los aspectos que encuentran más motivadores.
Factores que desmotivan
La motivación del profesorado está muy ligada a la del estudiante, y los profesores que están motivados para enseñar pueden provocar esa sensación en los estudiantes para aprender. Pueden tener un impacto en sus alumnos de manera positiva o negativa, pero, si los docentes están motivados, esta influencia será mejor.
Quizá algunos de los factores que dan lugar a la pérdida de la motivación resulten familiares. Se suele decir que los profesores no son reconocidos o valorados socialmente por el trabajo que hacen y se sabe que tienen una gran carga de trabajo que suele desembocar en estrés y desmotivación.
En mi estudio descubrí que la mayoría de las causas de desmotivación de los profesores eran extrínsecas, es decir, estaban fuera de su alcance o control. Estos factores incluían la carga laboral, el sueldo, la falta de recursos, la falta de reconocimiento y las limitaciones del currículo.
Excesiva carga laboral
La Covid-19 puede haber acentuado estos factores. Por ejemplo, la falta de apoyo y ayuda recibidos de la administración y la excesiva carga laboral a la que se enfrentan. Estos factores podrían tener un impacto negativo en su equilibrio personal y profesional y en su propio bienestar.
Algunos investigadores han identificado varias de las dificultades que los profesores han encontrado durante la pandemia, desde un deterioro en la interacción con los estudiantes hasta la falta de apoyo y problemas con la tecnología.
Por otro lado, en mi estudio descubrí que los profesores estaban motivados por factores intrínsecos, una recompensa que nacía en ellos mismos, como el disfrute o la satisfacción al enseñar. Se sabe que muchos docentes aman su profesión porque pueden ayudar y educar a la vez que forman al futuro de nuestra sociedad.
El valor altruista o desinteresado de esta profesión es un factor determinante que ha garantizado la motivación del profesorado a la hora de enseñar, pero esta no es la única razón por la que este se decanta por esta carrera o permanece en ella.
El valor del aprendizaje
Los profesores en mi estudio se referían a la enseñanza como una profesión en la que pueden seguir aprendiendo. Uno de ellos dijo: “Cuando aprendo, cuando entiendo algo nuevo o descubro algo que no sabía que era de esa manera estoy motivado, estoy feliz y estoy satisfecho”.
Los participantes describieron a un profesor motivado como alguien “que nunca deja de aprender”. La enseñanza les permite formar parte de un proceso de aprendizaje continuo. Los profesores a los que entrevisté aseguraron que les gustaba escuchar ideas novedosas y hacer cosas que fomentaran su lado más intelectual, y estos factores les impulsaban a seguir enseñando.
Durante la pandemia, los docentes han tenido que averiguar cómo enseñar en línea y muchos han hecho cursos para mejorar sus capacidades y prepararse para dar clases virtuales. En una situación normal, estos profesores podrían haber disfrutado de estas nuevas oportunidades de aprendizaje y motivarse a usar lo aprendido.
Sin embargo, puede que muchos no hayan podido disfrutar de estas oportunidades debido a la presión de la pandemia. Puede que algunos hayan visto esta oportunidad como un reto o como una experiencia inspiradora, pero también es posible que se haya convertido en una experiencia frustrante en la que los profesores estaban bajo presión para aprender algo nuevo en un tiempo limitado.
En una clase normal deben hacer malabares para enseñar, comprobar que los alumnos entienden y responder a sus preguntas. Ahora, acciones tan simples como compartir pantalla y ver a los alumnos al mismo tiempo, contestar a mensajes en el chat mientras continúa la clase o activar y desactivar el vídeo y el micrófono puede convertirse en una pesadilla y causar estrés para aquellos que son nuevos en esto de la enseñanza virtual.
Colegios y otras instituciones necesitan ofrecer apoyo a los docentes mientras ellos hacen lo mejor que pueden para enseñar bajo la presión añadida de la pandemia. También es importante que ellos se centren en su bienestar y piensen en sí mismos para cuidar de su salud mental.
Docentes afectados
En mi estudio, algunos profesores se mostraban realmente afectados por el comportamiento del alumnado o la falta de progreso. El virus ha cambiado la logística en el aula y esto puede afectar al desempeño de su profesión.
El profesorado tiene que estar pendiente de la higiene y el uso de las mascarillas de los alumnos en los centros. Ya no pueden acercarse a ellos para corregir sus cuadernos o solucionar una duda individual. También deberían evitar el uso de fichas o actividades en papel para reducir la propagación del virus.
La motivación del alumnado se solía incentivar con juegos y actividades grupales que ahora se evitan debido a la pandemia. Los alumnos se encuentran separados de sus compañeros por una distancia de al menos 1,5 metros y las actividades en grupo o parejas se ven perjudicadas por el espacio limitado de las aulas.
En las clases de idiomas, aquellos alumnos con mascarilla y que no pueden trabajar en grupos o parejas ven deteriorada la práctica de la pronunciación y la expresión oral.
En aquellas zonas con más contagios, el profesorado tiene que hacer maravillas para continuar con las clases presenciales con algunos grupos mientras que otros grupos de alumnos trabajan desde casa y tienen clases virtuales. Independientemente de si algunos alumnos están en sus casas y otros en el aula, o de si todas las clases son telemáticas, está claro que esta pandemia ha complicado aún más la labor del profesor.
Lorena Salud Gadella Kamstra, Language Lecturer, University of Essex
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.