Probablemente la frase “Quédate en casa” es una de las que más habremos escuchado, repetido y leído en los últimos días, haciendo referencia al periodo de cuarentena impuesto por las autoridades españolas debido a la pandemia de COVID-19.

Esta medida tiene efectos preventivos beneficiosos para la salud. Sin embargo, por los precedentes en otros países, también se han señalado resultados psicológicos adversos, como síntomas de estrés postraumático, soledad, confusión y enfado. Estos resultados han sido publicados recientemente en The Lancet por un equipo de científicos del departamento de Medicina Psicológica del King´s College de Londres y es uno de los escasos informes que existen hasta la fecha sobre el impacto psicológico de la cuarentena y cómo reducirlo.

Los principales estresores identificados se han relacionan con la duración de la cuarentena, el miedo a infectarse, la frustración, el aburrimiento, la percepción de recursos insuficientes y la información deficiente o inadecuada. A largo plazo, otros procesos que pueden afectar a la salud mental de los individuos son los problemas económicos derivados de la cuarentena y la estigmatización de las personas que han sufrido la enfermedad o han estado directamente expuestas a ella.

Protección ante el impacto psicológico

Como mecanismos protectores del impacto psicológico de esta crisis, se anima a las autoridades correspondientes a ofrecer información adecuada, no alargar la cuarentena más de lo estrictamente necesario, garantizar los suministros y apelar al altruismo para concienciar a la población de los beneficios comunitarios del confinamiento.

Desde un punto de vista psicológico, el Modelo de Resistencia al Estrés de Maddi podría ser perfectamente aplicable a este contexto, ya que se refiere a la habilidad personal para convertir situaciones adversas en habilidades de crecimiento. Incluye tanto los factores de vulnerabilidad y circunstanciales que llevan a la pérdida del confort (físico, mental y conductual), como los factores resistentes que influyen en el bienestar (actitudes, afrontamiento, prácticas saludables y apoyo social).

Para ello es importante organizar rutinas, no aislarse, planificar ocio, trabajo, practicar relajación, acotar objetivos, controlar los sentimientos negativos y solicitar ayuda si se necesita.

Rutinas y más rutinas

Como se ha señalado anteriormente, el asunto de las rutinas es especialmente importante en estas situaciones extraordinarias y, en este sentido, como profesores de la Universidad de Castilla-La Mancha, nuestras rutinas también se han visto afectadas por la suspensión de la actividad presencial. Esto nos ha llevado a adaptar y a desarrollar nuestras clases a través de plataformas virtuales.

Por otro lado, una herramienta que está resultando muy útil, con un gran seguimiento y participación por parte del alumnado, son los foros a través del Campus Virtual. Uno de ellos, En tiempos de cuarentena, se abrió con el objetivo de reflexionar y debatir acerca de la situación excepcional que nos está tocando vivir.

Una experiencia con el alumnado

Hasta el momento, el 43 % del alumnado matriculado en la asignatura Psicología de la Salud (2º curso de la Facultad de Enfermería de Albacete, 115 estudiantes) ha participado en los diferentes temas de discusión planteados. Se inició reflexionando sobre las expectativas de cómo podía afectar esta cuarentena a los estudios de grado, así como el compromiso de implicación en el proceso formativo (trabajo autónomo).

En la primera entrada, el profesor comunicó su pretensión de incorporar nuevas estrategias virtuales (clases online) para seguir desarrollando la asignatura, de acuerdo con la programación en los estudios de grado y que estaría atento a la retroalimentación de tareas y a las necesidades planteadas por el alumnado.

Primeras participaciones

En las primeras participaciones, una alumna identificó una serie de estresores ligados a los cambios formativos (de presencialidad a enseñanza online, dificultades de accesibilidad y habilidades en el manejo de plataformas virtuales), que le generaba preocupación, miedo y ansiedad. Pero más relevante resultó su actitud positiva para afrontar esta situación:

Reorganizarme la rutina, despegarme del enredo de mis pensamientos, reconocer y aceptar mis sentimientos.

Las percepciones del alumnado (49 %) en estos primeros días de confinamiento identifican los principales factores de riesgo y protección, así como sus consecuencias. Como estresores, en primer lugar, la reclusión o confinamiento (40 %), seguido de la incertidumbre (25 %) y el aislamiento social (20 %), y otros muchos factores con escaso impacto.

Pérdida, agobio, preocupación…

Como consecuencias experimentadas, el sentimiento de pérdida (25 %), el agobio (25 %), la descentración (15 %), preocupación (10 %) y otros sentimientos como ansiedad (10 %), enfado y tristeza. Y como estrategias de adaptación general, factores de protección, predomina el aprender de la situación (35 %), optimismo (20 %), organizar y establecer una rutina (20 %). Y en menor medida, la cooperación y el compromiso social.

Sensaciones a los 10 días

Concretando estas expectativas en acciones a lo largo de los días de confinamiento, después de 10 días (42 % del alumnado), encontramos un plan o rutina diaria que implica realizar ejercicio físico (77 %), tareas relacionadas con los estudios universitarios (63 %), actividades con la familia (54 %), ver películas y series (45 %), protegerse de la sobreexposición informativa a cerca del coronavirus (45 %) y contactar virtualmente con amigos (36 %).

Con menor representatividad la lectura, aumentar el descanso, escuchar música, escribir, aplaudir a las 20,00h, cocinar, meditar, vestirse de calle o colaboraciones diversas (coser mascarillas, realizar vídeos para niños, comprar alimentos para personas mayores, etc.).

Después de 13 días

Focalizando la discusión (foro iniciado después de 13 días) en la enseñanza online (47 % de participación), las estrategias más nombradas son las clases virtuales y el foro, ambas muy bien valoradas:

Es una de las materias que más al día puedo llevar, saber que el resto de los compañeros están realizándola me empuja a mantenerme activo con las clases, foros o tareas propuestas.

Utilidad de la clase online

Respecto a la primera, clases online, destacan su utilidad, justificándola para no perder el hilo de la asignatura, comprender más fácilmente, clarificar y resolver problemas en el momento:

Las clases online eran necesarias, porque para entenderla (la asignatura) de manera global, no podemos hacerlo de forma autodidacta… Me resulta difícil llegar a la visión que el profesor intenta transmitir si no es con su explicación.

Y la perciben como un facilitador de la organización como estudiante, rutina, horario, realización y retroalimentación de tareas, etc. Las palabras asociadas a utilidad son ayuda, facilidad, motivación, flexibilidad. Y, expresamente, solicitan que esta modalidad de clases online sea ampliada y utilizada en otras asignaturas y como estrategia docente en el futuro:

Los recursos como el Teams llevan años con nosotros, la pena es que los alumnos no demandemos que sean usados con más frecuencia, o que los profesores no se formen en estas formas alternativas de ofrecer un recurso más al alumnado.

Respecto al foro, también percibido como elemento facilitador, comprobándose en el alto porcentaje de participación, las palabras asociadas en los pequeños relatos, por un lado, señalan su función facilitadora de las interacciones (compartir, debatir) y lo destacan como estrategia de aprendizaje que facilita el seguimiento y la retroalimentación:

Gracias al foro, también estamos poniendo en marcha y trabajando parte de las competencias de la asignatura, como hacer un uso correcto de las TIC, aprender mediante retroalimentaciones con otros compañeros o aprender a comunicarnos de forma escrita de manera adecuada, entre otras competencias.

¿Estamos ante un nuevo camino?

A nuestro entender, la actividad de los docentes y de los estudiantes mediante este método interactivo está siendo satisfactoria, a pesar del desconocimiento previo del que partíamos. Por este motivo, estas nuevas herramientas, unidas a las ya existentes (Campus Virtual), están abriéndose camino como recursos complementarios a las clases presenciales y, quién sabe, a lo mejor en un futuro no muy lejano, como métodos de elección enseñanza-aprendizaje.

The Conversation

 


Rigoberto López Honrubia, profesor contratado doctor. Departamento de Psicología de la UCLM Area de psicología de la Salud, Universidad de Castilla-La Mancha y Marta Nieto López, Profesora Contratada Doctora Interina en la Facultad de Medicina de Albacete, Departamento Psicología, Universidad de Castilla-La Mancha

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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