En el tercer trimestre de 2019, en España hubo 19,87 millones de ocupados, correspondientes a una tasa de actividad del 58,72 %. En el mismo periodo, 3,21 millones de personas de ambos sexos estaban parados, lo que correspondía a una tasa de paro del 13,92 %.
Desglosando los datos de la población en paro por edad, encontramos a hombres y mujeres entre 16 y 19 años (4 %); 20 y 29 años (24,6 %); 30 y 39 años (21 %); 40 y 49 años (24,2 %); 50 y 59 años (20,7 %); 60 y 69 años (5,4 %) y con 70 o más años (poco más del 0 %).
De todas las personas en paro en España, el 11,4 % tenía de 50 a 54 años de edad, el 9,3 % de 55 a 59, el 5,1 % de 60 a 64 y el 0,3 % de 65 a 69 años.
Los hombres y mujeres en paro entre los 50 y 59 años de edad fueron 666 600, un número con mucho significado simbólico. Diabólico, diríamos. Sobre todo, si pensamos que encontrar trabajo después de los 50 puede ser muy difícil: de hecho, según la Fundación Adecco, casi el 45 % de los parados con más de 55 años puede estar más de 4 años sin encontrar un nuevo trabajo. Por lo cual, existen las prestaciones y los subsidios por el desempleo que, aunque necesarios, taponan el problema en el corto plazo, sin resolverlo.
Relación entre crisis y paro
¿Hay relación entre la crisis de 2008 y la discriminación de edad con el paro español, sobre todo después de los 50? Tal vez. Sin embargo, si bien es verdad que las condiciones del mercado laboral en España y en otros países europeos empeoraron de manera considerable a partir de 2008, también es cierto que dos factores ya tenían impacto negativo sobre el empleo en España antes de la crisis: la falta de flexibilidad laboral y la brecha entre demanda y oferta de trabajo.
En el largo plazo es necesaria la adopción de un nuevo modelo competitivo que ponga soluciones a estos dos problemas estructurales que ya teníamos antes de la crisis financiera de 2008.
El primer problema por resolver es la rigidez laboral. Como recuerda en su libro Stephane Garelli, profesor del IMD de Lausana, el mercado laboral de Europa continental es rígido frente a otros mercados laborales como el de Estados Unidos. Por ejemplo, ya antes de 2008, en Europa el 45 % de las personas en paro tardaba más de un año en encontrar un nuevo trabajo, mientras que en Estados Unidos se requerían tan solo seis semanas.
Solución a la rigidez laboral
En los últimos dos siglos, los países más competitivos han encontrado con éxito una solución a la rigidez laboral que en cierta medida podría ser introducida también en España, es decir, la adopción del modelo de competitividad anglosajón, flexible, internacional e innovador en las relaciones y el derecho laborales.
Por otro lado, otro problema está relacionado con la formación. Según los Informes de Carencias en Capacidades de Udemy, cada vez más los españoles han ido creyendo que existen unas carencias en las capacidades de los demandantes de empleo frente a la oferta de trabajo por los empleadores. Por estas razones, recuerda Garelli, ya en 2004, antes de la crisis global, la economía española empleaba solamente al 40 % de la población, frente al 47 % en Estados Unidos y al 57 % en Suiza, con tasas de desempleo del 11 % en España, del 4,4 % en Suiza y del 5,5 % en Estados Unidos.
En 2018, el 73 % de los españoles encuestados por Udemy pensaba que sí había carencias en España y el 62 % creía que éstas le afectaban negativamente a la hora de encontrar trabajo. Los mismos porcentajes, por ejemplo, fueron respectivamente del 79 % y 70 % en Portugal y del 93 % y 49 % en Francia.
¿En que sectores pueden trabajar los parados en España? Según las últimas encuestas del Observatorio de las Ocupaciones del Servicio Público de Empleo Estatal, en diciembre de 2019 el número de personas no ocupadas y demandantes empleo (DENOS) alcanzó los 3,39 millones de personas. Cabe destacar que la mayoría de estas personas tiene más de 45 años. Importante es el hecho de que el 68,15 % del total de los demandantes (2,31 millones) tiene capacidades en el sector de los servicios. El resto de los datos por sector indica que casi 200 000 personas llegan de la agricultura y alrededor de 900 000 llegan de manera uniforme de la industria, de la construcción o no han tenido empleo previo.
Sin terminar la enseñanza secundaria
Según el INE, solo 1,67 millones de parados en 2018 habían finalizado la enseñanza secundaria superior y, entre ellos, los de 55 años y más eran tan solo 183 700, educados sobre todo en la formación general, los negocios, la administración y el derecho, y en formación técnica como mecánica y electrónica. Destaca que la población española adulta resulta ser entre las menos formadas en Europa.
La carencia de formación podría explicar el paro, sobre todo entre los mayores de 50, en un mundo cada vez más integrado que está viviendo la Cuarta Revolución Industrial, caracterizada por nuevas tecnologías físicas, digitales y biológicas. Varios trabajos han sido relegados a cambios sustanciales en diferentes industrias debido a los avances en la tecnología de la información y en las innovaciones robóticas: la inteligencia artificial, la edición de genomas, la realidad aumentada, la robótica y la imprenta 3D, más que los servicios y la industria tradicionales, están cambiando los entornos económicos y sociales.
Para que aumenten la flexibilidad laboral y la empleabilidad de los españoles es necesaria una política educativa de largo plazo que conduzca a España hacia la nueva Revolución Industrial. Para que los españoles más jóvenes encuentren trabajo a los 50 o más es necesaria mucha más formación en ciencias, tecnología e idiomas.
Andrea Carrera, Profesor de Economía e Historia Económica, Universidad Nebrija
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.