La tecnología ha logrado hacer transformaciones profundas en múltiples segmentos. En algunos casos esa transformación ha significado un cambio de raíz, un antes y un después, en donde en el nuevo normal, las cosas se hacen de una manera radicalmente diferente.
¿Cómo ha sucedido la innovación en múltiples sectores? Lo plantea muy bien Clayton Christensen en lo que él llamó, “Innovación Disruptiva”. En un comienzo el nuevo producto, el disruptor, no goza ni de buena calidad ni de buen desempeño. Eso ocurrió con la banca, la música, la fotografía, la telefonía y los puntos de venta.
El mercado de los computadores sufrió un proceso similar. Los PC a comienzos de los años 80 eran un juguete exótico. Pocos años después, gracias a la innovación disruptiva de los microprocesadores, muchas empresas de esa industria habían desaparecido o cambiado su razón de existir y surgieron otros titanes en ese mercado.
Pero esto ¿de qué manera puede suceder en el sector educativo? El hecho es que el sector educativo, a pesar de múltiples intentos, sobre todo en el último siglo, no ha sufrido cambios importantes. En esencia se enseña y se aprende de la misma manera como hace 200 años. Y nadie sabe si la transformación digital realmente cambie de raíz al sector como ha ocurrido en otros.
Ya se ven algunas evidencias que hacen pensar que una transformación profunda está en camino. Un ejemplo es Khan Academy, un aula de clases virtual que a comienzos de este año ya contaba con 15 millones de estudiantes y 500 mil docentes; enseñando en 23 idiomas, asignaturas como matemáticas, física, biología y economía.
Este es un buen ejemplo de una innovación disruptiva, mejor desempeño educativo asegurado mediante evaluaciones formativas y un currículo adaptado al ritmo y necesidades de aprendizaje del estudiante, con reducción en los costos y tiempo requerido para alcanzar la maestría en los temas de estudio.
Pero, ¿cuál puede ser el verdadero aporte de las TIC en el proceso de enseñar y aprender? Las TIC permiten elevar el proceso de enseñar y aprender a un nuevo nivel. Este impacto se hace evidente al reducir la deserción debido a la inmediata conexión del aprendiz con un contenido ameno y significativo.
Pero más allá de eso, la tecnología permite liberar la camisa de fuerza que representan el currículo y el grado cursado para hacer realidad un aprendizaje personalizado. De los pocos consensos que hay en educación es la aceptación de que cada estudiante aprende a su propio ritmo. Sin embargo, el sistema está diseñado para enseñar lo mismo a lotes de 10 y 50 aprendices sin ningún tipo de consideración de diferencias entre ellos.
En la actualidad, mediante la tecnología, los estudiantes no solo aprenden en cualquier momento y lugar sino que también lo hacen a su propio ritmo, siguiendo una ruta de aprendizaje más acorde a su potencial y talento. Allí está la disrupción de la educación con tecnología, es pasar del aprendizaje centrado en un currículo estándar a un aprendizaje centrado en el estudiante.
Esto es viable gracias a sistemas de inteligencia artificial embebidos en los contenidos educativos que hoy ya ofrecen algunas editoriales y que permiten establecer las brechas de conocimiento de los estudiantes. De esta manera, términos como el aprendizaje adaptativo y la evaluación formativa, empiezan a ser requerimientos mínimos en todo tipo de contenido educativo.
Pero esto no es lo único. La tecnología permite hacer evaluaciones en tiempo real del desempeño educativo y entender los hábitos de estudio que llevan a mejores resultados. Hoy las pruebas SABER permiten entender cada año los avances en la educación, al igual que PISA lo hace cada 3 años. ¿Qué tal si un ministro o secretario de educación o rector pudiera revisar cada día y entender cuánto ha avanzado en comparación con la semana, el mes o el año anterior? ¿Cuántas decisiones podrían tomarse cada día para enderezar el rumbo en lugar de esperar al examen anual de desempeño?
En medio de todo esto, la profesión docente está sometida a una mayor presión. Existe la creencia errónea de pensar que la tecnología permite prescindir del docente, pero su rol es más importante que nunca. Hay que dotarlo de las herramientas, enseñarle a usarlas y a ser un gran tutor para el aprendiz, pues su rol sí que cambia.
Este año, el Foro Económico Mundial publicó un documento sobre la nueva visión de la educación potenciada con tecnología. Allí identifica destrezas que cada aprendiz debe desarrollar, de base (matemáticas, lenguaje, ciencias, TIC, finanzas y humanidades), de competencias (pensamiento crítico con resolución de problemas, creatividad, comunicación y colaboración) y del carácter (curiosidad, iniciativa, persistencia, adaptabilidad, liderazgo y lo sociocultural). Tal vez el mayor desafío de la profesión docente en la actualidad es formar para la vida en destrezas y nadie mejor que ellos o ellas para lograrlo.
Muchos tenemos la convicción de que la transformación de la educación mediante contenidos educativos digitales y las TIC es un revolcón inatajable. Cada vez llegarán más y mejores herramientas que conozcan de una manera integral al estudiante y se adapten a sus necesidades y estilo. En una transición como ésta habrá empresas e instituciones educativas que se adapten y fortalezcan, y otras simplemente desaparecerán. Pero lo más importante será que la sociedad, estudiantes y docentes se beneficiarán de esta innovación que cambiará para siempre la manera como se enseña y aprende, y que nos ayude como sociedad a abandonar el sótano del ranking educativo en el contexto global.