La colocación en acceso abierto de un soft bajo un mecanismo de chat con inteligencia artificial llamado ChatGPT basado en un modelo de lenguaje por Inteligencia Artificial (IA) desarrollado por la empresa OpenAI, desde el mes de octubre del pasado año abrió un debate público a escala global en relación a los usos, riesgos y potencialidades de este nuevo escenario tecnológico.

La discusión ha sido particularmente intensa en el mundo educativo dado el alto impacto inicial de este instrumento en crear artículos académicos y trabajos estudiantiles, ante la incapacidad de ser detectado su origen por los actuales sistemas de verificación de originalidad, que obviamente no detectan que ello sea un plagio en tanto simplemente cotejan el texto creado contra las bases de textos de internet y obviamente no encuentran coincidencias.

Más allá de la complejidad de los derechos intelectuales y de establecer el efectivo creador, la polémica se ha desarrollado, como es tradicional con miradas contrapuestas. Para algunos radicales como Noam Chomsky esta tecnología es un plagio y una manera de evadir la educación, constituyéndose por ende en un mecanismo de tipo de “polizonte” (free rider), permitiendo acceder a certificaciones o reconocimientos sin los esfuerzos ni el conocimiento requerido. Para otros la IA impondrá cambios en la educación, como siempre ha acontecido con los desarrollos tecnológicos en información y comunicación que redundarán en cambios positivos en equidad, calidad y cobertura. Sin lugar a dudas, aunque recién estamos en los inicios de esta innovación y más se ven los impactos como “creación – destructiviva” todos coinciden en que la expansión de la inteligencia artificial, era algo que se preveía, que llegó antes de lo esperado y que transformará los procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación.

La rápida utilización pública de algunas de las expresiones del avance de la IA ha sido este soft que en apenas unos meses ya ha alcanzado a 123 millones de usuarios con espacial impacto en las formas de la competencia entre los grandes actores de la economía digital, como Google y Microsoft. En los escenarios de búsqueda y procesamiento de la información, imprescindible en el actual contexto de sobre carga informativa, el sistema de chat de Open AI resulta más eficiente que los sistemas de selección de información de los buscadores tradicionales. Shanon, premio Nobel por sus estudios de la información, planteó hace años, la creciente importancia de la selección, depuración y procesamiento de la información en las actuales sociedades del conocimiento, como mecanismo de valorización de la propia información.

La aparición y el uso de sistemas informáticos de inteligencia artificial constituye un avance de primera importancia en la capacidad de una mejor selección y de allí su valor. El incremento del precio de las acciones de Open AI, es un claro indicador de su eficacia. Mientras que los sistemas de procesamiento se basaban en mecanismos de automatización en la selección y manejo de la información a través de software que siguen ‘reglas’ preprogramadas, la inteligencia artificial es un nivel superior de clasificación, ordenamiento, depuración y selección de los contenidos pertinentes, ya está diseñada para simular el pensamiento humano sobre la base de millones de parámetros y a la vez reaprendizajes por las interacciones.

Más allá de errores, apenas estamos en los inicios de un proceso que llevará una enorme carrera de inversiones y competencias empresariales de los grandes jugadores digitales o de nuevos actores innovadores, que sin duda requerirán de mayor capacidad de cómputo, redes que soporten el procesamiento de la información, consumo energético, Bid data (bases de datos) y arquitecturas de programación, no exentas incluso de utilización de inteligencia artificial. Como sostuvo Stiglitz, la información es valor al reducir incertidumbres, permitir mejores decisiones y ahorrar trabajo humano, y también por ende tiene costos. Sin duda, los impactos de la IA serán más destacados en los sectores de información y educación, en tanto intangibles transversales a todos los sectores. La IA es una nueva tecnología de información y comunicación, sujeta a derechos intelectuales de sus creadores, de acceso en red en el marco de la sociedad digital, resultado de una amplia inversión en equipamientos y en trabajo intelectual, y que cambia la forma en la cual accedemos a la información y el conocimiento.

En tal sentido, siendo el conocimiento y la información la base de la creación de valor en el actual contexto del capitalismo, el impacto de la IA será en todos los sectores: como factor que contribuye a una recomposición competitiva de los grandes productores y gestores de información de la sociedad digital, como expresión de una segunda fase del ciclo digital como mecanismo de articulación de internet, redes y bid data más eficiente, como un nuevo insumo tecnológico en la búsqueda de mayor eficiencia y ahorro de costos en los procesos de trabajo y de gestión de las empresas, o como un avance en los procesos de automatización de las tareas, incluyendo las educativas de enseñar. Ello más allá de impactar en las competencias de los profesionales al cambiar radicalmente sus propias tareas con la generalización de sistemas de IA y con su uso en las organizaciones y el trabajo.

Sin lugar a duda, la robótica, la informática y la automatización de muchos procesos mecánicos, de cálculo, de almacenamiento de datos así como de procesamiento han creado herramientas de cómputo muy eficientes capaces de auxiliar en forma directa a los trabajos. Ello ha sido una de las mayores palancas de las transformaciones en las sociedades en las últimas décadas. Se calcula que los incrementos de la productividad más importantes desde los años 90 han provenido de la gestión informática e internet. Sin embargo, la inteligencia artificial, constituye un cambio sustancial respecto a los procesos de automatización.

Mientras que aquellos impactaban las actividades mecánicas y de baja densidad cognitiva, al desarrollar procesos de automatización mecánicos, en el caso de la inteligencia artificial, el impacto está siendo en actividades que tienen mayores componentes creativos, que se basan en procesamiento y análisis de la información. Estos sectores tradicionalmente se consideraban actividades que no serían sustituidas o impactadas por los procesos digitales. Hay aquí, en este sentido, un impacto novedoso, que ya no actúa en la sustitución de trabajadores con tareas repetitivas y seriadas, sino que la inteligencia artificial impactará en trabajos profesionales que realizan tareas de análisis y respuesta en base a información de diagnóstico, experiencia documentada y marcos conceptuales. Aún es difícil evaluar los impactos, pero se visualiza su alta eficacia en los diagnósticos de salud, en el procesamiento de noticias, en la verificación de las líneas de programación o en el diseño artístico.

Y sin duda, tendrá fuertes derivaciones en la enseñanza programada que planteó y experimento Skinner en los años 60.


El autor es especialista en gestión y políticas universitarias con una amplia trayectoria, además de director del Observatorio de la Educación Virtual en América Latina y el Caribe de Virtual Educa. Este artículo fue publicado originalmente en Grupo R Multimedio. Puedes leer el original aqui.

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