En América Latina, los estereotipos de género influyen de gran manera en las decisiones que las jóvenes toman sobre su futuro académico y profesional, en particular en el área de las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), lo cual afecta el potencial de innovación y desarrollo de los países. Sobre esta temática, relacionada con el futuro de la educación y el trabajo, disertó Roberto Martínez Yllescas, director del Centro de la OECD en México para América Latina, en el X Foro Multilateral de Educación e Innovación Virtual Educa.
“Como nunca antes, la educación es hoy el gran habilitador para generar no solamente crecimiento económico y prosperidad, sino inclusión”, sostiene Roberto Martínez. “Durante los últimos diez años, tras una de las crisis financieras más profundas registradas en la historia, tenemos la evidencia suficiente para asegurar que no vamos a poder reactivar el crecimiento económico global si no potenciamos el capital humano y abatimos los alarmantes niveles de desigualdad que crecieron a la sombra de la crisis”.
Pero nuestro presente nos plantea un desafío adicional, sin precedentes: la revolución digital. “Es un fenómeno de enorme impacto disruptivo, con tantos efectos positivos como negativos. Entre los segundos, sobresale el riesgo que tiene la llegada de la inteligencia artificial por su efecto erosionador sobre el empleo”. Actualmente, somos testigos de cómo diversos trabajos están entrando en la obsolescencia debido al rápido avance de la automatización y la robotización. Los datos son alarmantes. Cerca del 14% de los empleos de los países de la zona OECD están en alto riesgo de ser desplazados por efecto de la automatización, mientras que otro 32% está por transformarse drásticamente debido a esta misma causa.
La automatización sustituye las tareas repetitivas y rutinarias, por lo que su implantación afecta en mayor medida a los trabajos en los sectores industriales. “México, el país de donde yo provengo –explica Roberto Martínez– es una sociedad sobreexpuesta a la actividad manufacturera. Para darnos una idea, en los países de la OECD, el promedio del empleo dedicado a la manufactura es de 14%; en México, es de 17%. Entonces, un país que algunos consideran la envidia de América Latina por el volumen de exportaciones de base industrial, es ahora un país sobreexpuesto al tsunami de la automatización”.
Para mitigar los efectos que la Industria 4.0 tendrá sobre el empleo, el director de la OECD para América Latina sugiere desarrollar estrategias nacionales de innovación y agregar capas de valor a la actividad económica, no sólo en manufactura, sino particularmente en el segmento de los servicios. Sobre este tema, advierte: “No hay estrategia nacional que pueda ser sostenible sin la inclusión de las mujeres en la actividad económica y especialmente en las profesiones definidas como STEM”.
“Hay una razón de sentido común”, indica Martínez. “Países como México necesitan sumar a las mujeres en la formación de profesiones STEM para lograr cubrir la cuota de talento que requiere una estrategia nacional de Industria 4.0”.
Según datos de la OECD, a los 15 años de edad, cuando los adolescentes comienzan a pensar y decidir hacia dónde van a orientar sus estudios y prácticas profesionales, las chicas tienen un 50% menos de probabilidad de dedicarse a ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas en comparación con los chicos. “Las mediciones nos muestran que las chicas se sienten inhibidas. Cuando en las pruebas PISA les preguntamos cuánto capaces se sienten de resolver problemas con base en matemáticas y razonamiento científico, aún las niñas con los mejores resultados consistentemente responden que se sienten más o menos capaces, incluso teniendo mejores calificaciones que sus pares hombres. Por el contrario, los chicos responden sentirse muy capaces. Entonces, lo que detectamos en las chicas de 15 años, no es tanto un problema de destreza, sino de baja autoestima, como si no pudieran sobresalir en matemáticas o en ciencias”.
Bajo esa óptica, la oficina de México de la OECD impulsó el programa ‘NiñaSTEM Pueden’. Esta iniciativa atiende la necesidad de introducir los campos de las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas a niñas de educación secundaria, a través de oportunidades educativas fuera del aula y apoyado por mentoras y material gráfico. Asimismo, busca proporcionar una mayor exposición a temas STEM ya que muy pocas niñas tienen la oportunidad de ver de manera directa el trabajo aplicado de científicas, ingenieras e investigadoras, lo cual las previene de ver estas profesiones como opciones viables para su futuro.
“NiñaSTEM Pueden ha reclutado a exitosas profesionales en las áreas STEM para que donen una porción de su tiempo y les hablen de manera inspiradora y vivencial a las adolescentes y les demuestren que los estereotipos de género no tienen nada que ver con el éxito futuro en las carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas”, relata Roberto Martínez.
La iniciativa impulsada por la OECD, junto a la Secretaría de Educación de México y la Academia de Ingeniería, ya se ha extendido a nueve ciudades de México e impactado a 2.500 niñas. Cuenta con aliados del sector privado, como Microsoft y LEGO Education, y ha sido reconocida como ejemplo de economía incluyente por el Foro Mundial de París sobre la Paz, donde concursó con más de 140 propuestas de otros países.
“Hemos logrado un modelo de dinámicas vivenciales que ayudan a empoderar a las adolescentes para que se sientan capaces de elegir las carreras del futuro y llenar esa cuota de talento que requieren las sociedades en este esfuerzo por mitigar el impacto de la automatización y, por supuesto, potenciar los beneficios de la Revolución Digital”, sostiene Martínez.
“Me parece una magnífica oportunidad compartir esta experiencia con la comunidad de Virtual Educa, dado que en la OECD estamos siempre abiertos para explorar posibles réplicas de esta iniciativa en otras zonas de Iberoamérica”.
Por último, el representante de la OECD subrayó la importancia de fomentar las vocaciones STEM, así como concebir paradigmas de política educativa bajo el enfoque de competencias y habilidades, considerando que la educación no solo trata de la acumulación de conocimientos. “Hoy, como nunca antes, educar es promover el desarrollo de destrezas relevantes para la vida productiva en el ambiente intensivo de la digitalización. En este esfuerzo, no hay país que tenga la última palabra. Hay mucho espacio para la innovación en las economías emergentes. Debemos agilizar y pisar el acelerador para conseguir una interacción coordinada de todos los actores, no solo los ministerios de Educación. Y, desde ya, hacer los esfuerzos para que las currículas sean más oportunas y respondan de manera mucho más dinámica, en esta era de Big Data, a las señales que emite el propio mercado laboral”, concluyó.