En el pasado, la Educación argentina fue un faro para América Latina. Hoy, esa realidad se ve distante a la luz de los resultados poco satisfactorios de los informes PISA y las evaluaciones Aprender. Frente a esto, ¿cuáles son las oportunidades y los desafíos actuales del sistema educativo argentino?

El sistema educativo argentino fue extraordinariamente positivo en términos de incorporar chicos a la escuela. Los mandatos que recibió a fines del siglo XIX fueron dos: educar en las primeras letras y construir ciudadanía. Para ello, el país se propuso incorporar la mayor cantidad de chicos dentro del sistema educativo. A lo largo de la historia, Argentina ha logrado estar en las primeras posiciones de América Latina en cuanto a sus tasas de cobertura educativa, tanto en educación primaria como en secundaria. Hace 15 ó 20 años, lo que se discute de manera más fuerte es el hecho de que esta inclusión no alcanza, ya que no siempre está acompañada por una buena distribución de la calidad educativa. Esta es la crisis de nuestro sistema educativo: los chicos están en la escuela, pero hay mucha desigualdad en cómo se reparten los conocimientos. Ahora, del mismo modo, existe una gran oportunidad. La Argentina es un país con una extendida clase media, con muchos recursos humanos y culturales, y con una gran capacidad de innovación. Y, lo que venimos viendo en los últimos años, es como en las escuelas -a veces de forma no sistémica- se plantean modificaciones del entorno de enseñanza que impactan al final del camino. Esto nos confirma que el sistema educativo tiene los recursos humanos para construir una política innovadora. Donde hoy fracasa el sistema es en su organización, porque su forma actual no se corresponde con la nueva tarea: brindar una educación de calidad. Entonces, es una crisis pero también una oportunidad. Personalmente, insisto, veo como en el sistema están apareciendo, por todos lados, brotes de innovación de maestros, de escuelas y de redes de escuelas. El potencial existe. Quizás se requieran modificaciones más estructurales respecto a la forma de funcionamiento del sistema.

Esos brotes de innovación que usted observa y que muchos conocemos, ¿cómo podrían potenciarse?

Hay dos mecanismos que corren de forma paralela. Uno muy fuerte, y más bien político, tiene que ver con realizar cambios en la forma de ordenamiento del sistema educativo. El otro es cultural y se refiere a cómo dotamos sentido al cambio y cómo provocamos la cultura de la innovación. Ahí, la OEI y otras organizaciones preocupadas por la Educación pueden marcar una diferencia. Encuentros como los de Virtual Educa, donde los docentes pueden visualizar otras experiencias de innovación y constatar el sentido y el valor que tiene la búsqueda de cambio y proyectos nuevos, impactan en esa otra parte del trabajo que hay que hacer.

La tecnología irrumpió en nuestra sociedad y está transformando vertiginosamente el mercado laboral. ¿Cómo puede actualizarse la Educación para estar a la altura de estos cambios?

El punto central es cómo estamos preparando a nuestros chicos para trabajar con el conocimiento. Con lo que se va a trabajar, no en las próximas décadas sino ya mismo, es con el conocimiento. Vamos a producir, administrar y aplicar conocimiento, ya sea en el campo, en una mina, en una fábrica o en una empresa de servicios. ¡Y esto es extraordinario para la educación! Porque antes, preparábamos a los chicos para un mundo laboral que, de alguna forma, podía estar ajeno a lo que sucedía en la escuela. Ahora, los estamos preparando para incorporarlos al mundo del conocimiento, que de eso se trata la escuela. No sabemos cuáles van a ser los trabajos del futuro, pero sí sabemos cuáles son las habilidades en que debemos formarlos para que puedan trabajar con el conocimiento. El viejo axioma de la UNESCO, «aprender a aprender», hoy tiene una relevancia total. La capacidad de actualizarse permanentemente, la posibilidad de desarrollar aprendizajes de manera autónoma, las capacidades de trabajar en equipo, de liderazgo y de comunicación son las competencias del siglo XXI y son al mismo tiempo el gran desafío, sumamente estimulante, que tiene la escuela actual.

Frente al desafío de estos cambios de paradigmas, ¿qué relevancia tiene un encuentro como el que propone Virtual Educa en la Argentina y del cual la OEI es uno de sus organizadores?

Confío absolutamente que el XX Encuentro Internacional Virtual Educa Argentina será un un enorme motivador para los maestros y los directores acerca de la necesidad de reflexionar sobre el cambio y sus sentidos, y poder conocer de primera mano otras prácticas que se están realizando en el mundo de la Educación. Como contaba antes, los cambios tienen dos partes: la parte estructural que empuja un gobierno, y la capacidad que tienen los actores, en este caso los maestros, de apropiarse y darle un sentido. La OEI, Virtual Educa y otras tantas organizaciones no gubernamentales somos muy importantes para ayudar a dar sentido a esos cambios que hacen falta en la educación, tanto en la Argentina como en el resto de la región.

 


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