Si bien la desinformación ha generado tendencias y desafíos comunes en distintas partes del mundo, existen particularidades históricas y socioculturales que requieren ser consideradas tanto en el análisis de la desinformación como en la generación de estrategias para combatirla. Este espíritu contextualizador ha impulsado las publicaciones «El impacto de la desinformación en poblaciones indígenas» y «Una guía para principiantes para establecer una organización de fact-checking en América Latina y El Caribe«, que UNESCO invita a apropiarse y compartir.
El acceso a la información veraz y de calidad es una libertad fundamental consagrada en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Ante todo, tiene repercusiones y consecuencias directas en todos los ámbitos de la vida cotidiana de personas y comunidades: desde el disfrute de la salud y el medio ambiente, hasta el acceso a recursos económicos y la lucha contra la corrupción. En este sentido, se entiende que el acceso a la información constituye un derecho “llave” para acceder a otros derechos fundamentales, por lo que la desinformación se ha convertido en uno de sus principales enemigos.
Las incertidumbres generadas por la pandemia de Covid19 facilitaron la circulación de noticias falsas, rápidamente extendidas por la velocidad y alcance exponencial de los medios digitales. Con frecuencia, ello atentó contra la salud y el bienestar de muchas personas, al tomar decisiones mal informadas. “Nuestro enemigo común es el #Covid19, pero nuestro enemigo es también una «infodemia» de desinformación”, había declarado el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, en un tuit a finales de marzo 2020.
En la batalla informativa que se libró para desenmascarar la desinformación fueron imprescindibles las numerosas iniciativas de fact-checking que, poco a poco, cobraron fuerza en diversos continentes y atendieron las necesidades específicas de diversos grupos en situaciones de desventaja y vulnerabilidad. UNESCO ha acompañado y apoyado muchos de estos procesos, al ser el organismo de las Naciones Unidas dedicado a “garantizar el acceso público a la información y proteger las libertades fundamentales, de conformidad con las leyes nacionales y los acuerdos internacionales” (Meta 16.10 del Objetivo de Desarrollo Sostenible 16).
La publicación «El impacto de la desinformación en poblaciones indígenas» desarrolla los conceptos básicos de “desinformación” e “infodemia” para entender sus implicaciones entre las poblaciones indígenas de LAC.
Además de recomendaciones, se incluye un interesante caso de estudio en el que cinco medios de fact-checking de la región, integrantes de la red LatamChequea, se aliaron con 43 radios comunitarias para difundir más de 30 podcasts en 8 lenguas indígenas en 4 países, con el objetivo de “desmentir las desinformaciones en torno a las vacunas contra el coronavirus.”
La primera organización de chequeo de América Latina surgió en 2010 con Chequeado en Argentina, que a partir de entonces inspiró el surgimiento de muchas otras iniciativas similares: actualmente ya son unas 30 organizaciones presentes en casi todos los países de la región.
«Una guía para principiantes para establecer una organización de fact-checking en América Latina y El Caribe» recoge y sistematiza los aprendizajes que Chequeado ha acumulado en sus 10 años de existencia, tanto verificando noticias como acompañando proyectos de chequeo en la región.
Entre los objetivos de la guía se incluye difundir “conceptos básicos de cómo chequear frases de políticos y desmentir desinformaciones, así como también reciban recomendaciones sobre cómo difundir estas notas y otras sugerencias en base a aprendizajes de iniciativas anteriores”.
Ante todo, la guía quiere convocar y motivar a que más personas participen activamente en el fact-checking, convirtiéndose en fact-chckers e implementando sus propias iniciativas de chequeo en sus comunidades.