En las últimas décadas, nos hemos acostumbrado a compartir nuestra vida diaria, nuestras tareas y por qué no, nuestros mundos en dos diferentes esferas: la real y la virtual. La primera tiene aspectos más sólidos y tangibles en nuestras vidas: hogar, trabajo, relaciones. La segunda, arraigada en nuestros dispositivos conectados a Internet, gana un papel cada vez más relevante en la forma de cómo nos relacionamos.
Sin embargo, nos damos cuenta de que nos estamos moviendo cada vez más a un escenario en el que estos mundos se convertirán en uno y donde las máquinas y dispositivos estarán completamente integrados a partir de la gran revolución en la que el Internet de las Cosas se está convirtiendo.
Siempre conectados, always-on
Los analistas esperan que para 2020, más de 50 mil millones de dispositivos estén conectados a Internet y entre ellos mismos. No estamos hablando sólo de computadoras, teléfonos inteligentes o tabletas, sino también de dispositivos vestibles, automóviles autónomos, maquinaria agrícola, sistemas de almacenamiento, soluciones para la salud y mucho más. La expectativa es que los sistemas de red evolucionen de manera más rápida en los próximos años, así como las nuevas tecnologías de transmisión de datos se irán perfeccionando, respondiendo a la demanda que tendrán estos dispositivos always-on.
En consecuencia, durante los próximos cuatro años, las personas verán cambiar completamente la manera en cómo se relacionan con la tecnología. Avances como la interacción de la inteligencia artificial y la integración de la realidad virtual con la realidad aumentada, permitirán una inimaginable variedad de recursos y servicios que estarán disponibles en forma rápida y simplificada, tanto en la vida personal como en el trabajo. El tráfico de las grandes ciudades y las carreteras experimentará el mayor cambio en la historia con la llegada de los coches autónomos, más seguros y sostenibles, eliminando errores humanos. La realidad virtual se integrará a la realidad aumentada para componer la realidad combinada, una inmersión para varios usos, no sólo entretenimiento.
Es necesario seguir esta evolución en la dirección del mundo conectado e inteligente. Un esfuerzo conjunto entre las iniciativas públicas y privadas será crucial para evitar esto. La evolución del ecosistema tecnológico que tenemos en Brasil es un paso esencial que depende, entre otros elementos, de inversiones para mejorar la cobertura y la calidad de la red 4G. La preparación para la llegada de la tecnología de 5G en los próximos años, también es crítica así como el incentivo para que cada vez más personas y empresas tengan disponibles sistemas de almacenamiento confiables y accesibles.