“Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre» —William T. Kelvin.
La evolución de la tecnología ha moldeado a la humanidad desde el descubrimiento del fuego, la creatividad y la capacidad de resolver problemas son lo que han llevado al ser humano a ser capaz de transformar el mundo a su antojo. Hoy en día, la velocidad de esos cambios ha superado por mucho la capacidad de respuesta de los seres humanos y de las instituciones que éstos han creado.
Un claro ejemplo de ello es la convergencia de cuatro generaciones distintas en el campo laboral, su respectiva relación con las nuevas tecnologías y las competencias que requiere el mercado. La generación baby boomer que busca mantener la estructura y estilo que durante años le dio el éxito a las empresas, la generación “X” que busca consolidar su retiro en un entorno económico cada vez más complejo, los Millennial que le dan mayor peso a la búsqueda de la “felicidad” y la generación “Z” que a pesar de apenas estarse incorporando, ya ha generado cambios profundos en las organizaciones.
Es por ello que hoy más que nunca debemos preguntarnos qué deben hacer las instituciones educativas para poder adaptarse a los cambios y ofrecer a sus estudiantes la formación que requieren para enfrentar un mundo laboral que habrá cambiado 3 ó 4 veces simplemente en el periodo en el que estarán estudiando.
Los sectores laboral y académico viven una catarsis en estos momentos, al no saber a ciencia cierta que requieren las nuevas generaciones, cómo atraerlos y qué esperan de ellos. A la par, las empresas luchan contra la alta rotación de personal, mientras que las instituciones educativas buscan formas de seguir siendo atractivas para los y las estudiantes, porque simplemente transmitir el conocimiento ya no basta, hoy en día la enseñanza y el desarrollo de habilidades transversales es en muchas ocasiones el gran diferenciador que les permitirá seguir siendo competitivas.
De acuerdo a un estudio hecho por ADECCO, la razón principal por la cual un joven recién insertado en la industrial laboral decide permanecer o marcharse de una empresa es por crecimiento personal (45%); por tanto la pregunta clave aquí es: ¿Cómo estandarizar el “crecimiento personal” cuando cada individuo de esta generación busca su felicidad en diferentes repositorios?
Ese es el gran reto de las instituciones que buscan seguir el camino de la calidad, aquellas que buscan mejorar y elevar los procesos de modo que se permee una “calidad líquida” que permita transformar a los jóvenes en individuos con constructos grupales pero únicos a la vez. Calidad que no quede al entendimiento de cualquiera, sino a una aplicación estandarizada con pensamiento libre y prudente que los lleve finalmente al crecimiento personal.
La implementación de estándares de calidad en la enseñanza para las nuevas generaciones será fundamental para la formación de individuos en búsqueda de su mejora continua en conocimiento, experiencia y habilidades. Nosotros, como consejo de acreditación reconocido por organismos internacionales como Virtual Educa y RIACES, hemos enfocado nuestros esfuerzos en la internacionacionalización y la empleabilidad de los y las estudiantes de aquellas instituciones educativas que depositan su confianza en nosotros para evaluar sus estándares de calidad a través de la acreditación de programas académicos. Aquellas instituciones que confían en CACSLA como organismo externo de evaluación, tienen la certeza de poder medir su trabajo con los más altos estándares internacionales.
El futuro del trabajo es incierto, pero lo que ha demostrado ser infalible en estos procesos de cambio es la adaptabilidad, por tanto, las instituciones requieren desarrollar la capacidad de reinventarse de manera constante y a gran velocidad para mantenerse competitivas en este mundo dominado por la tecnología.
Para mayor información, contactarse con CACSLA al correo [email protected].