La innovación educativa puede contribuir a que los centros desarrollen eficazmente sus proyectos, contribuyan al aprendizaje de su alumnado y al desarrollo profesional de su profesorado, así como a ofrecer una respuesta adecuada a las necesidades y demandas del entorno y la sociedad.
Esta es la principal conclusión a la que ha llegado el estudio de investigación “Panorama de la innovación educativa” que hemos tenido la oportunidad de llevar a cabo el grupo de investigación “Conocimiento Abierto para la Acción Social” de la Universidad de Granada.
17 centros analizados
Cien entrevistas y más de 250 horas de audio han sido necesarias para dar sentido a uno de los términos clave en la educación del siglo XXI: “innovación educativa”.
La investigación ha analizado, siguiendo los preceptos de la Teoría Fundamentada, qué significa innovación educativa para diecisiete centros en toda España (Andalucía, Asturias, Castilla y León, Cataluña, Galicia, Madrid y Comunidad Valenciana) con procesos de transformación consolidados y reconocidos, tanto por la administración como por diferentes agentes sociales.
Entre los centros analizados los hay públicos (14) y privados (3), urbanos y rurales, de diferentes tamaños y con alumnado con distintos índices socioeconómicos.
Conclusiones
La primera conclusión de este estudio es, precisamente, que a pesar de las diferencias entre los centros analizados, existen claves reconocibles puestas en práctica por estos centros que nos permiten entender qué significa innovación para ellos.
Estas claves se han organizado en torno a siete categorías: por un lado, características del proceso de innovación y condicionantes de este proceso; por otro lado, metodologías, temáticas y herramientas. Por último, impacto de la innovación en el aprendizaje y otras repercusiones del proceso en el centro y en el entorno.
Así, el panorama de la innovación educativa dibuja un perfil de centros donde se promueve la participación de toda la comunidad educativa pero se reclama a la administración autonomía real para definir un proyecto educativo que dote de identidad al centro. En este sentido, surgen en la investigación cuestiones fundamentales que definen la “innovación educativa”:
- El liderazgo, con frecuencia distribuido entre el equipo directivo y otros líderes pedagógicos en el claustro.
- Los problemas en la gestión del tiempo (se deben coordinar el tiempo del aula y un currículo cargado de contenidos, el tiempo del propio proyecto de innovación –más lento y reflexivo– y el tiempo de vida de los profesionales, que normalmente entregan al proyecto educativo muchos más esfuerzos y dedicación de los que se les reconocen) y los espacios, que viven un momento de profunda revisión y cambio.
- La relación con el entorno (fundamental para la búsqueda de recursos y la retroalimentación positiva del propio centro).
- El carácter decisivo del profesorado y su capacidad de renovación pedagógica.
- La ambivalencia de la administración, que fomenta la innovación pero que no dota suficientemente a los centros ni de recursos ni de autonomía real.
- El nuevo rol activo del alumnado tanto en los procesos de aprendizaje como en muchos otros aspectos de la gestión cotidiana del centro.
- El valor de las familias para el desarrollo eficaz de los procesos de innovación.
- La voluntad de construcción de un auténtico currículum integrado que trasciende con frecuencia los límites de las materias sin soslayar la importancia de los contenidos curriculares.
- La aproximación ecléctica de los docentes a las herramientas de enseñanza (libros de textos y otros materiales impresos, herramientas digitales, recursos tomados de la vida cotidiana, etc.)
- Las metodologías y su valoración de estas en la medida que permitan poner al alumnado en el centro del proceso de aprendizaje.
La innovación mejora las destrezas de los alumnos
Todas estas transformaciones, presentes en distintos grados y con diversos niveles de desarrollo en los centros analizados, conducen a un círculo virtuoso que mantiene vivo el proceso de innovación educativa: los centros analizados constatan que, a pesar de las dificultades y los muchos condicionantes para gestar y sostener la innovación, esta contribuye a un mejor y más profundo desarrollo de un catálogo amplio de destrezas y competencias por parte del alumnado, que se siente más motivado y feliz en el centro educativo.
A su vez, las familias confirman esta mayor satisfacción del alumnado aumentando la colaboración con los centros y difundiendo en el entorno los buenos resultados del proceso de innovación.
Aumento de los recursos
Esto, junto con la difusión de resultados a través de vías oficiales y redes sociales, mejora sustancialmente la imagen de los centros educativos y así estos se benefician de mejoras en la matrícula y un significativo aumento de los recursos provenientes de distintas fuentes, lo cual incide en la posibilidad de ofrecer nuevas oportunidades de aprendizaje al alumnado, que las acoge con más implicación y autonomía.
Fernando Trujillo Sáez, Profesor titular de universidad en la Facultad de Educación, Economía y Tecnología de Ceuta, Universidad de Granada
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.